A nivel estético, una mujer puede sentirse insegura e incluso acomplejada. Los pechos muy grandes impiden, por limitaciones físicas o simplemente por vergüenza y pudor, relizar determinadas actividades. El hecho cotidiano de encontrar ropa adecuada, puede convertirse en una misión imposible. Además, ser el centro de todas las miradas, afecta emocionalmente. Hay mujeres que, conscientemente o no, adoptan con frecuencia posturas poco saludables para disimular.

Más allá de la estética, y de los predecibles efectos de la fuerza de la gravedad, unos pechos exageradamente grandes acarrean problemas de salud: dolores de espalda, hombros y cuello, irritaciones bajo la piel de la mama e incluso problemas respiratorios. Y no podemos olvidarnos del cáncer de mama: los senos muy grandes son más proclives a desarrollar esta patología. Al liberarlos de buena parte de grasa, piel y tejido mamario (cuando es necesario, se reduce también el tamaño de la areola) disminuimos las posibilidades de desarrollar esta enfermedad.